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Ignacio Aldecoa

    24 de julio de 1925 – 15 de noviembre de 1969

    Este autor capta la rebeldía y la inquietud existencial de su generación. Sus primeras obras, aparecidas en publicaciones marginales, exploraron las tensiones sociales y políticas de la época. Mostró una vitalidad que ocultaba tendencias autodestructivas, y su escritura estuvo influenciada por el neorrealismo y el nuevo periodismo. Su prosa buscó formas adecuadas para expresar sus protestas.

    Cuentos completos
    El fulgor y la sangre
    El corazón y otros frutos amargos
    Cuentos
    Gran sol
    Cuentos Completos. Ignacio Aldecoa / Complete Works. Ignacio Aldecoa
    • Gran sol

      • 294 páginas
      • 11 horas de lectura

      El mar, en calma o incierto, es el compañero inseparable de los marineros del Cantábrico en la pesca de altura. Los silencios, los problemas personales y laborales, las conversaciones simples o profundas de Simón, Paulino, Ventura... son fielmente reflejadas en esta obra de lenguaje excepcional, galardonada con el Premio de la Crítica.

      Gran sol
    • Josefina Rodríguez, esposa de lgnacio Aldecoa, ha reunido una selección de cuentos de quien ha sido maestro indiscutido del género. Estos relatos constituyen un puntual testimonio de los años oscuros de la posguerra y en ellos palpita la gente triste y resignada, amarga y tierna de la España de los años 50.

      Cuentos
    • El fulgor y la sangre

      • 262 páginas
      • 10 horas de lectura

      En el ámbito cerrado y ruinoso de una casa cuartel perdida en la serranía castellana, las mujeres de unos guardias civiles reciben la noticia de que uno de ellos ha muerto. Sin saber de quién se trata, aguardan angustiadas la confirmación de su identidad. Son apenas ocho o nueve horas de un día de verano en las que el tedio de un presente sumido en la depresiva y taciturna vida cuartelera se une al moroso sondeo de la memoria. Su alternancia desvela la miseria, la sordidez y los descalabros físicos y morales de la guerra civil y la posguerra. Aldecoa consigue en El fulgor y la sangre la máxima temperatura sensorial, en una singularidad testimonial matizada por la fusión de elementos trágicos y grotescos.

      El fulgor y la sangre