Han Byung Chul Libros
Byung-Chul Han es un pensador contemporáneo que se adentra en las problemáticas cruciales de nuestro tiempo. Su obra examina críticamente cómo la sociedad moderna, impulsada por fuerzas neoliberales, cultiva normas de transparencia y revelación constante. Han reflexiona profundamente sobre las consecuencias de esta "sociedad del cansancio" y "sociedad de la transparencia", donde valores como la vergüenza y la privacidad disminuyen. Sus ensayos ofrecen una mirada penetrante sobre cómo la digitalización y el capitalismo moldean nuestra subjetividad y relaciones interpersonales.







Muerte y alteridad
- 280 páginas
- 10 horas de lectura
Todos tenemos constancia de la muerte. Cuando es la de allegados, se convierte en un tragedia que nos afecta profundamente; cuando se trata de la conciencia de nuestro propio final, nos produce una terrible angustia. Concebimos nuestra propia muerte como la extinción sin residuos del yo personal, y por tanto como la imposición absoluta de lo totalmente heterogéneo. Ante esta perspectiva, la inminencia de la muerte puede despertar un amor heroico, en el que el yo deja paso al otro y así se promete una supervivencia. De este modo, en torno a la muerte surgen complejas líneas de tensión que se entrecruzan entre el yo y el otro. Muerte y alteridad toma como referencia a Kant, Heidegger, Lévinas y Canetti, entre otros, para indagar en la compleja relación de tensión en los conceptos de muerte, poder, identidad y transformación. En esta obra rigurosamente filosófica, Byung Chul Han reflexiona sobre la re-acción a la muerte, que se contrapone o bien con el énfasis del yo o bien con el amor heroico. Frente a estas formas de encarar la muerte, el presente libro muestra otra manera de "ser para la muerte", un modo de tomar conciencia de la mortalidad que conduce a la serenidad. Asimismo, se tematiza una experiencia de la finitud con la que se aguza una sensibilidad especial para lo que no es el yo: la afabilidad.
Un análisis sagaz del régimen de la información, el nuevo gobierno al que estamos sometidos, por el filósofo más leído del siglo XXI. La digitalización avanza inexorablemente. Aturdidos por el frenesí de la comunicación y la información, nos sentimos impotentes ante el tsunami de datos que despliega fuerzas destructivas y deformantes. Hoy la digitalización también afecta a la esfera política y provoca graves trastornos en el proceso democrático. Las campañas electorales son guerras de información que se libran con todos los medios técnicos y psicológicos imaginables.
Topología de la violencia
- 200 páginas
- 7 horas de lectura
En este ensayo, Han profundiza su análisis de la sociedad del cansancio y de la transparencia, buscando sacar a la luz las nuevas formas de violencia que se ocultan tras el exceso de positividad. Ciertas cosas concretas jamás desaparecerán. Una de ellas sin duda es la violencia. Cada sociedad tiene su forma particular de convocarla. En la actualidad, la violencia ha mutado de visible en invisible, de frontal en viral, de directa en mediada, de real en virtual, de física en psíquica, de negativa en positiva, y se retira a espacios subcomunicativos y neuronales, de manera que puede dar la impresión de que ha desaparecido. Pero la violencia se mantiene constante. Simplemente se traslada al interior. La decapitación en la sociedad de la soberanía, la deformación en la sociedad disciplinaria y la depresión en la sociedad del rendimiento son estadios de la transformación topológica de la violencia.
Los tiempos en los que existía el otro han pasado. El otro como amigo, el otro como infierno, el otro como misterio, el otro como deseo van desapareciendo, dando paso a lo igual. La proliferación de lo igual es lo que, haciéndose pasar por crecimiento, constituye hoy esas alteraciones patológicas del cuerpo social. Lo que enferma a la sociedad no es la prohibición, la alienación, o la represión, sino la hipercomunicación, el exceso de información, de explotación y de consumismo. Todo este proceso de expulsión de lo distinto acaba conformando la destrucción del individuo, la depresión, y la autodestrucción.
Byung-Chul Han reflexiona en este ensayo sobre la crisis temporal contemporánea, en diálogo con Nietzsche y Heidegger. La fugacidad de cada instante y la ausencia de un ritmo que dé un sentido a la vida y a la muerte, nos sitúa ante un nuevo escenario temporal, que ya ha dejado atrás la noción del tiempo como narración. Según Byung-Chul Han, no estamos ante una aceleración del tiempo, sino ante la atomización y dispersión temporal --a la que llama disincronía--. Cada instante es igual al otro y no existe ni un ritmo ni un rumbo que dé sentido a la vida. El tiempo se escapa porque nada concluye, y todo, incluido uno mismo, se experimenta como efímero y fugaz. La muerte es un instante más, lo cual invalida la vivencia de la muerte, en Nietzsche y Heidegger por ejemplo, como consumación de una unidad con sentido. El presente libro sigue el rastro, histórica y sistemáticamente, de las causas y síntomas de esta disincronía. Pero el final del tiempo como duración narrativa no tiene por qué traer consigo un vacío temporal. Al contrario, da lugar a la posibilidad de una vida que no necesita de la teología ni la teleología, y que a pesar de ello tiene su propio aroma. Pero para ello es necesario un cambio. En palabras de Byung-Chul Han, "la crisis temporal solo se superará en el momento en que la vita activa, en plena crisis, acoja de nuevo la vita contemplativa en su seno."
El filósofo Byung-Chul Han dirige su mirada crítica hacia las nuevas técnicas de poder del capitalismo neoliberal, que acceden a la psique y la convierten en su principal fuerza de producción. La psicopolítica, según Han, es un sistema de dominación que utiliza un poder seductor e inteligente, logrando que las personas se sometan por sí mismas al entramado de dominación sin ser conscientes de ello. La eficacia de este psicopoder radica en que el individuo se siente libre, mientras el sistema explota su libertad. Se apoya en el Big Data, que actúa como un Big Brother digital, apoderándose de los datos que los individuos ofrecen de manera voluntaria. Esto permite predecir comportamientos y condicionarlos a un nivel prerreflexivo. La expresión libre y la hipercomunicación en la red se transforman en control y vigilancia, llevando a una crisis de la libertad. Han sugiere que este poder inteligente podría identificar patrones del inconsciente colectivo, otorgando a la psicopolítica un control ilimitado. El futuro dependerá de nuestra capacidad para aprovechar lo inservible, la singularidad no cuantificable y la "idiotez" de quienes no participan ni comparten. (Fuente: Herder).
La proclamación neoliberal de la libertad se manifiesta en realidad como un imperativo paradójico: sé libre. Domina una economía de la supervivencia en la que cada uno es su propio empresario. El neoliberalismo, con sus desinhibidos impulsos narcisistas del yo y del rendimiento, es el infierno de lo igual, una sociedad de la depresión y el cansancio compuesta por sujetos aislados.Los muros y las fronteras ya no excitan la fantasía, pues no engendran al otro. Dado que el Eros se dirige a ese otro, el capitalismo elimina la alteridad para someterlo todo al consumo: la exposición como mercancía intensifica lo pornográfico, pues no conoce ningún otro uso de la sexualidad. Desaparece así la experiencia erótica. La crisis actual del arte, y también de la literatura, puede atribuirse a esta desaparición del otro, a la agonía del Eros
La sociedad de la transparencia
- 96 páginas
- 4 horas de lectura
Ningún otro lema domina hoy el discurso público tanto como la transparencia. Según Han, quien la refiere solamente a la corrupción y a la libertad de información, desconoce su envergadura. Esta se manifiesta cuando ha desaparecido la confianza y la sociedad apuesta por la vigilancia y el control. Se trata de una coacción sistémica, de un imperativo económico, no moral o biopolítico. Las cosas se hacen transparentes cuando se expresan en la dimensión del precio y se despojan de su singularidad. La sociedad de la transparencia es un infierno de lo igual. Google y las redes sociales, que se presentan como espacios de libertad, se han convertido en un gran panóptico, el centro penitenciario imaginado por Bentham en el siglo XVIII, donde el vigilante puede observar ocultamente a todos los prisioneros. El cliente transparente es el nuevo morador de este panóptico digital, donde no existe ninguna comunidad sino acumulaciones de Egos incapaces de una acción común, política, de un nosotros. Los consumidores ya no constituyen ningún fuera que cuestionara el interior sistémico. La vigilancia no se realiza como ataque a la libertad. Más bien, cada uno se entrega voluntariamente, desnudándose y exponiéndose, a la mirada panóptica. El morador del panóptico digital es víctima y actor a la vez.