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Dietrich von Hildebrand

    12 de octubre de 1889 – 26 de enero de 1977

    Dietrich von Hildebrand fue un filósofo y teólogo católico alemán cuya obra fue muy apreciada por los Papas Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Fue conocido como un crítico vocal de los cambios en la Iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II, particularmente de la nueva liturgia, que condenó duramente. Sus escritos profundizan en la ética y la reflexión filosófica, estableciéndolo como una figura significativa en el pensamiento católico del siglo XX. El Papa Benedicto XVI incluso proclamó que su nombre sería el más prominente entre las figuras del siglo XX cuando se escribiera la historia intelectual de la Iglesia Católica.

    Dietrich von Hildebrand
    Moralidad y conocimiento ético de los valores
    La idea de la acción moral
    Las formas espirituales de la afectividad
    La gratitud
    La esencia del amor
    Ética
    • 2014

      La idea de la acción moral

      • 178 páginas
      • 7 horas de lectura

      «El lector encontrará aquí, con el rigor propio de un trabajo de investigación y la claridad característica de Hildebrand, los conceptos que constituyen el entramado de su entera filosofía moral: la toma de posición y el querer, la distinción entre lo importante en sí (o valioso) y lo importante sólo para mí, la respuesta al valor, los bienes moralmente relevantes, la ceguera axiológica, el valor moral de las acciones y el valor moral de la persona, etc. [...] Tal vez sean nuestros días, al siglo de comenzar Hildebrand su andadura filosófica, un buen momento para acompañarle en el intento, siempre necesario, de ganar en claridad sobre la persona humana y su sentido y destino, o lo que es lo mismo, sobre la vida humana propiamente moral». (Sergio Sánchez-Migallón)

      La idea de la acción moral
    • 2006

      Veintitantos siglos después de que Aristóteles replantease en sus mejores términos el problemas socrático de la relación entre el conocimiento de lo moralmente correcto y la moralidad del cognoscente, Dietrich von Hildebrand intenta en esta obra salir por fin del círculo vicioso al que ese problema ha conducido siempre a la filosofía: que, para ser moralmente bueno es preciso saber cómo se debe obrar, pero, para saber cómo se debe obrar, es preciso, a su vez, ser moralmente bueno. Y en su intento descubre al mismo tiempo la mejor explicación conocida hasta hoy del singular fenómeno de la ceguera para los valores.

      Moralidad y conocimiento ético de los valores
    • 2000

      La gratitud es una de las actitudes básicas del ser humano. Y se ha de dirigir hacia Dios, dador de la existencia y de la gracia, y hacia los hombres. No hay postura más irracional -y por tanto alejada de lo humano- que la de considerar algo «natural», como un derecho, la propia existencia o los gestos de afecto y amor de los demás. Por eso, «el agradecer pertenece, como el amar, alabar y glorificar, a lo que será en la eternidad sin fin». La sabiduría consiste en estar en sí. Si tal vigilancia se ejerce de manera intermitente y apacible, será señal de que se está en ruta hacia esa cima. En ruta, pues a la cima nunca se llega.

      La gratitud
    • 1998
    • 1997

      Traducción de Juan José García Norro. Este libro es ya un clásico de la filosofía moral contemporánea. Grandioso en la profundidad de sus tesis, deslumbrante en su claridad, abundante en ejemplos, ofrece, a partir de los datos de la experiencia cotidiana, una descripción global de la estructura fundamental del mundo moral. Se encuentran en él tratados todos los grandes temas de la Ética: la libertad, la responsabilidad, la motivación, el concepto análogo de bien, la obligación moral, las virtudes, los vicios, la felicidad, Dios y la moralidad... para responder a estos clásicos problemas, Hildebrand descubre y esclarece muchos conceptos originales, como el de respuesta al valor, el de bien objetivo de la persona o el de libertad cooperadora, que abren nuevos horizontes a la filosofía moral. Con esta obra, la ética de los valores, que iniciaron Scheler y Hartmann, alcanza una claridad y una profundidad filosóficas incomparables.

      Ética
    • 1996

      Con su estilo directo, penetrante y diáfano de hacer filosofía, Dietrich von Hildebrand nos descubre en este breve ensayo que lo más característico de una buena parte de la vida afectiva del hombre es su genuino carácter espiritual, distinguiendo entre los sentimientos inferiores no espirituales, tales como la irritación o ciertos estados de angustia, que tienen una relación puramente causal, y los sentimientos superiores, que tiene una relación significativa inteligible con el objeto que capta el entendimiento y que poseen todos los indicios de lo específicamente espiritual.

      Las formas espirituales de la afectividad