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Pedro Salinas

    27 de noviembre de 1891 – 4 de diciembre de 1951
    Pedro Salinas
    Poesia
    Poetas del 27. La generación y su entorno
    Cartas a Katherine Whitmore
    Poemas escogidos (Salinas)
    Literatura espaňola siglo XX
    La voz a ti debida
    • La voz a ti debida

      • 129 páginas
      • 5 horas de lectura

      Publicado en 1933, “La voz a ti debida” –título que procede de un verso de Garcilaso– forma, junto con “Razón de amor”, una especie de díptico en el que se contiene acaso lo mejor, lo más hondo de una extraordinaria trayectoria poética. Obra que habría de ejercer una larga y decisiva influencia en la formación de algunos de los más importantes poetas de la posguerra española, el libro es un largo poema de amor en el que Pedro Salinas (1891-1951) optó por una sencillez caracterizada por la transparencia, la nitidez del lenguaje y la sabia reelaboración del habla cotidiana, consiguiendo además fundir una sensualidad refinada con un conceptualismo lleno de sugerencias.

      La voz a ti debida
    • Aventura poética

      • 277 páginas
      • 10 horas de lectura

      Pedro Salinas define y desarrolla a lo largo de los nueve libros que integran esta antologia una vigorosa actitud espiritual con el amor como centro tematico de su obra a traves del cual se contempla toda la realidad material.

      Aventura poética
    • Aunque la lírica de Pedro Salinas sea la parte más conocida y estimada de su obra, los escritos de crítica literaria y ensayísticos del gran poeta le acreditan también como un extraordinario y agudo prosista. El defensor es una colección de cinco ensayos escritos durante su exilio puertorriqueño, entre 1942 y 1946. Tienen en común «la preocupación por el riesgo en que se ven hoy día algunas formas tradicionales de la vida del espíritu». En concreto, estos ensayos son una defensa de la carta y de la correspondencia epistolar como manifestación de recogimiento y meditación, de la lectura fértil y reposada, de la capacidad creadora de las minorías literarias, de los viejos analfabetos frente a los neoanalfabetos que han renunciado por voluntad propia, parcial o totalmente, a su capacidad de lectura; finalmente, del lenguaje, instrumento prodigioso para la expresión del propio ser y la convivencia con el prójimo. Como señala Juan Marichal en el prólogo de El defensor, «Salinas no es un ensayista introspectivo o egoísta. Sus ensayos están abiertos hacia la vida de su tiempo, de su mundo histórico. Son ensayos de espectador, o, más precisamente, de 3veedor2 y de 3oidor2 de la vida coetánea: porque en sus ensayos Salinas da rienda suelta a sus entusiasmos ‹¡y qué capacidad la suya para la sanísima admiración!‹, pero también sopesa y condena muchas actitudes y muchas injusticias».

      El defensor