Venga a nosotros tu reino
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Este autor español fue conocido principalmente como viajero, periodista y escritor. Su escritura se nutrió de sus ricas experiencias y su ojo periodístico para el detalle. Se centró en narrativas que reflejaban su interés por los viajes y la condición humana. Sus obras son un testimonio de una vida dedicada a explorar el mundo y sus historias.






Madrid. 1999. Aguilar. 24x15. 522p.
¿Quién no ha soñado alguna vez con ser todo lo que no es? A Jaime Arbal lo mismo que a muchos otros habitantes del Madrid de fin del milenio no le van muy bien las cosas. Cuando vuelve los ojos hacia el pasado tampoco encuentra excesivos motivos para ser feliz.
Su nuevo periplo africano nos traslada a los territorios de Etiopía, Sudán y Egipto, en regiones próximas al curso del Nilo, que el propio Reverte recorrió a lo largo de varios meses.Como es habitual en sus textos viajeros, el escritor nos hace caminar a su lado con naturalidad, ternura, curiosidad, perspicacia, humor, pasión y una honda comprensión de lo humano. Y en el estilo de sus dos libros anteriores, junto a los rostros, las voces y los perfumes del camino, Reverte nos aproxima a episodios singulares de la historia africana, para hacernos entender mejor el drama y la grandeza del continente.
El encuentro con paisajes vírgenes y personajes excepcionales que habitan las orillas del río Congo, único en su tradición aventurera y salvaje, es el fin de un viaje que empieza en la desconocida Suráfrica, y recorre varios países siempre contradictorios, llenos de sosiego y crueldad, de solidaridad y de violencia primitiva. Javier Reverte vuelve al continente negro tras las huellas del viaje relatado por Conrad en su inquietante libro El corazón de las tinieblas.
Javier Reverte se atreve con el diario en una de las ciudades más bellas del mundo: Roma.Utilizando la forma de diario, como hicieron Goethe o Stendhal y muchos otros escritores que han visitado y escrito sobre Roma, Javier Reverte nos ofrece en estas páginas su visión de «la ciudad de las ciudades».En su estilo inimitable, mezclando pasión, cultura, historia, poesía, humor y ternura, el escritor traza un retrato de la Ciudad Eterna que, sin duda, figurará a partir de ahora entre los grandes libros escritos sobre ella.«Cierro los ojos: intento imaginar una noche festiva en este Coliseo, con las hogueras ardiendo junto a los templos y los cantos que celebran a los dioses. O los días luminosos en que los emperadores regresan de las batallas triunfales y desfilan con sus legiones bajo los arcos, entre el clamor del pueblo. Antes del nacimiento de Nueva York, el ser humano no había emprendido una tarea urbana tan colosal y ambiciosa como fue la construcción de Roma. Y ahí quedan sus rastros.»Javier Reverte
Dionisio, niño de la posguerra madrileña, como su creador y quien esto escribe, me recuerda muchas cosas de mí mismo cuando le veo crecer en esos barrios de Madrid de los cincuenta que Dragó pinta tan bien: calles de afiladores, de traperos, de juego de chapas, de frontón, fútbol callejero, polos de sabor de avellana, gusanos de seda, el sonido del clarinete del "número de la cabra" y el olor a tabaco de picadura de los mayores... barrios que el escritor define con certeza como "tierras vírgenes, comunales, promiscuas y desgobernadas". En ese ambiente, en tiempos de oprobio y opresión, donde la libertad se encontraba en la calle "desgobernada", ¿qué nos quedaba como territorio de ensueño a muchos de los niños de entonces, qué le quedaba a Dionisio? Nos quedaban los libros. Javier Reverte.