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Rafael Marin

    Juglar
    Las campanas de Almanzor
    La hora mágica
    Don Juan
    • 2017

      Don Juan

      • 972 páginas
      • 35 horas de lectura

      Don Juan, el saqueador de Roma. El que burlaba mujeres y espantaba a los curas. El que se abrió paso hasta Viena y mandó al Sultán la cabeza de Mikhal Oglu como regalo. El que mataba a los franceses por ternas de hermanos y escapó de la prisión de la Conciergerie en París y de i Piombi en Venecia. El que hacía soñar a las mozas y añorar a las damas ya vencidas lo que nunca volverían a paladear gracias a sus caricias. El que sedujo a cien huríes y prendió fuego a la flota de Barbarroja en la misma Constantinopla. El capitán de la Compañía que solo conocía hazañas y victorias. Don Juan, el hombre que era mito. El mito que fue leyenda

      Don Juan
    • 2011

      Lectura graduada para adultos para el aprendizaje de español como lengua extranjera. Nivel intermedio (B1). Los títulos de la colección "Novela histórica", escritos por prestigiosos escritores españoles especialistas en el género, invitan al lector a adentrarse en algunas de las épocas más apasionantes de la historia de España y Latinoamérica.

      Las campanas de Almanzor
    • 2006

      Cuenta la historia que Rodrigo Díaz de Vivar, Mio Cid, ganó su última batalla después de su muerte. Dicen que ataron su cadáver al caballo y que así, muerto, guió a su ejército a la victoria. Efectivamente, un domingo del mes de julio del año de gracia de 1099, no pudiéndose recuperar de una herida en el cuello, vio la muerte Mio Cid. Sin embargo, fue gracias a las artes mágicas de las tres religiones monoteístas conjugadas que, en presencia de la viuda Ximena, de los capitanes del ejército y del obispo don Jerónimo, el cuerpo sin vida del Campeador resucitó por un día. Un día en el que debía de nuevo defender la ciudad del enemigo almorávide. El artífice del hechizo fue, a petición de Ximena, Esteban de Sopetrán. Esteban, Estebanillo o Truhán, como solían llamarle, era un juglar, un truhán redomado, un pilluelo saltabancos con apariencia de muchacho destetado que, sin embargo, en 1099 llevaba ya corridos sus más de sesenta años, atesorando conocimientos y conjuros, aprendiendo de la vida y del saber vivir, escabulléndose como una sombra de mil y un peligros gracias a su prodigiosa capacidad de su cuerpo para curar. Más de sesenta años de andanzas que le condujeron aquella madrugada a la capilla ardiente en la que se velaba al Cid...

      Juglar
    • 1992