Cuando una niña o un niño pregunta: «Y esto, ¿qué es?» comienza el intuitivo diálogo de búsqueda y construcción de un universo personal, en el que conviven necesariamente la realidad y la fantasía.En este álbum poético e ingenioso, dos consagrados autores de la literatura infantil nos invitan a disfrutar este maravilloso momento de la vida; es en ese intercambio de preguntas y respuestas -espontáneo, travieso, muchas veces desbordado por la ironía y el absurdo- donde aflora la necesidad de niños y adultos por descubrir (y redescubrir) el mundo.
Jürg Schubiger Libros
Este autor, nacido en Zúrich, fue tanto un escritor prolífico como un respetado psicoterapeuta. Sus obras literarias abarcaron un amplio público, atrayendo tanto a niños como a adultos. Exploró las profundidades de la psique humana con una aguda perspicacia y una precisión meticulosa. Su estilo distintivo y su enfoque reflexivo de la narración lo convierten en una voz literaria significativa.






Dos que se quieren
- 32 páginas
- 2 horas de lectura
Una visión optimista sobre al amor y lo que lo rodea. -- back cover
Jürg Schubiger y Rotraut Susanne Berner narran en su libro un lugar y una época en que no se conocía a la Muerte. Ni siquiera su nombre. "¿Muerte? Nunca oído. Entonces no había una última hora. Solamente existía la primera, la segunda, la tercera, la milésima… Siempre una más. Horas y horas, tantas como alcanzaba el horizonte". Todo lo que existía, se mantenía bello e intacto. Sin embargo, la Muerte llega un día como un desconocido, de paso por la aldea o, mejor dicho, tropieza entrando en ella, ya que es torpe. Tan torpe que los niños tienen que reírse. Tan torpe que, por la noche, fumando sobre una alpaca de heno, quema la casa. A la mañana siguiente, llorando, la Muerte se autoinculpa "¿Qué es lo que he vuelto a hacer?". El comedido texto de Jürg Schubiger, genial y enternecedor, y las diáfanas e inteligentes imágenes de Rotraut Susanne Berner nos muestran en este libro ilustrado cómo con la muerte no solamente aparece el sufrimiento sino también la compasión y el consuelo. "Es un gran logro narrar con sencillez algo así: que lo finito da y quita vida" (Tagesanzeiger).
Mil diabluras
- 40 páginas
- 2 horas de lectura
Cuando Luci entró en el aula, estaba claro que él no era un niño como los demás. Él era un diablo que venía directamente del Infierno. ¿Qué estaba haciendo allí si sentía tanta nostalgia? Luci hacía su aprendizaje en la tenía que provocar 1000 diabluras y sólo entonces podría regresar a casa.
Wie kaum jemand konnte Jürg Schubiger von Außergewöhnlichem so erzählen, als sei es das Selbstverständlichste von der Welt, so auch hier: Zwei Brüder treffen im Wald eine Katze, die weint, weil sie sich verlaufen hat. Die beiden verwandeln sich in einen Wolf, einer in das Wolfsgebiss, der andere in den Rest, und bieten Hilfe an. Weil die Katze dem Wolf nicht traut, verwandeln sie sich in eine kleine Spinne. Einer in die acht Beine, der andere in den Rest. Auch deren Hilfe weist die Katze zurück. Als die Brüder sie nicht einmal mit der Botschaft einer Brieftaube trösten können, haben sie das Gejammer satt. Aber auch die Katze hat es satt. „Ihr hört auf mit dem faulen Zauber und zeigt mir den Weg, aber sofort!" Sie ist jetzt ein gewöhnliches Mädchen und der Heimweg zu dritt wird vergnüglich. Zum Abschied verwandelt sich der eine Bruder in ein Taschentuch, der andere winkt mit ihm. Die Ilustratorin Eva Muggenthaler ist einmal mehr Jürg Schubigers kongeniale Begleiterin durch eine erstaunliche Geschichte. Inspiriert entfaltet sie fantastische Räume, baut Kulissen, in die die Figuren hinein und wieder heraus spazieren. Schwungvoll setzt sie die Jungenstreiche in Szene und spinnt mit leichter Hand weiter, was der Autor geradlinig, feinsinnig und überraschend erzählt.peter-hammer-verlag.de
Jürg Schubiger und Rotraut Susanne Berner erzählen in ihrem Bilderbuch von einem Ort und einer Zeit, in der man den Tod noch nicht kennt. Nicht mal seinen Namen. 'Tod? Nie gehört. Es gab kein letztes Stündchen damals, es gab nur ein erstes, zweites, drittes, tausendstes. Immer eines dazu. Stündchen, Stündchen, so weit wir sehen konnten.' Alles, was existierte, blieb schön und heil. Doch dann kommt – wie ein Fremder auf der Durchreise – eines Tages der Tod ins Dorf, oder besser: er stolpert hinein, denn er ist ungeschickt. So ungeschickt, dass die Kinder lachen müssen über ihn. So ungeschickt, dass er in der Nacht beim Rauchen auf dem Heustock das Haus niederbrennt. Als er am anderen Morgen weinend das tote, von einem Balken erschlagene Kind auf den Knien hält und sich selbst verzweifelt anklagt: 'Was ich da wieder angestellt habe', ist der Tod ein Häufchen Elend. Wie mit dem Tod nicht nur das Leid in dieses Bilderbuch und in die Welt kommt, sondern auch Mitleid, Zuwendung und Trost, das zeigen Jürg Schubigers feingesponnener Text und Rotraut Susanne Berners klare, kluge Bilder auf geniale und berührende Weise.