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Georges Simenon

    13 de febrero de 1903 – 4 de septiembre de 1989

    Georges Simenon, maestro de la prosa de suspense, fue célebre por su extraordinaria prolificidad y su aguda habilidad para capturar las complejidades de la psique humana. Su vasta obra, que abarca cientos de títulos, se caracteriza por una profunda visión de la naturaleza humana y una narrativa magistral. Sus historias de detectives protagonizadas por el Comisario Maigret, en particular, trascendieron las barreras del idioma y cautivaron en el cine y la radio, demostrando su talento para crear personajes inolvidables y tramas convincentes. Más allá de sus famosos detectives, Simenon profundizó en los abismos de la motivación y la experiencia humana en sus novelas psicológicas y obras autobiográficas, consolidando su legado como una figura cumbre de la literatura del siglo XX.

    Georges Simenon
    El hijo del relojero
    Una vida nueva
    Tres habitaciones en Manhattan
    Entre Los Flamencos
    La casa del canal
    Maigret y los muertos del canal
    • Tres habitaciones en Manhattan

      • 196 páginas
      • 7 horas de lectura

      Un tremendo escándalo hizo que el actor François Combe se exiliara en Nueva York, abandonando así su carrera en Francia para aterrizar en el más absoluto anonimato. Al cabo del tiempo, Combe permanece en la ciudad de la costa este norteamericana, olvidado por todos. La necesidad de escapar de tan omnipresente soledad le conduce a entrar en un bar, dónde conoce a una joven llamada Kay. Ella está ahí mientras decide a dónde va, pues se ha quedado en la calle después de haber sido expulsada de su apartamento. Este encuentro da lugar a la primera habitación. En un hotel. Ahí intentan desesperadamente olvidar cada uno sus penas y donde acaba naciendo entre ellos una gran pasión. Muy pronto, François empieza a padecer unos celos enfermizos por el pasado de Kay. Como para mejor 'apropiarse' de ella, la lleva finalmente a su propia vivienda, la segunda habitación de la novela. Allí, la pareja se esfuerza por conocerse mejor y por trabar mayor intimidad, pero su amor incandescente y exasperado va fermentando en la violencia. Así deciden trasladarse a la tercera habitación, la que Kay habia tenido que abandonar: François descubrira al fin -demasiado tarde?- que él ha estado juzgando mal a su amada

      Tres habitaciones en Manhattan