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Luis I.

  • 14 valoraciones
  • 14 reseñas

Dr. en Filología Clásica. Catedrático de Latín jubilado.

No me ha defraudado: sigue manteniendo el nivel de las anteriores obras del autor. En este caso, con una doble historia paralela que enriquece la narración. Sin duda gustará, a sus seguidores por supuesto, pero también a un amplio público deseoso de buenas novelas históricas.
Se me ha pasado en un soplo. Se trata de una historia de intriga -muy imaginativa-, con acción abundante, giros inesperados, y sin desdeñar pinceladas del Camino de Santiago, que actúa como paisaje de fondo de la narración. No conviene desvelar el argumento, que sorprenderá gratamente al lector. En esta novela hay un buen guión cinematográfico. Sin duda, una muy agradable lectura veraniega.
La novela de Ramon Gener que nos ocupa (Premio Ramon Llull 2024) es su primera obra de ficción. Y no lo parece. La “Historia de un piano” es lo que anuncia el título, pero es mucho más: es la historia de una Europa convulsa desde la Primera Guerra Mundial hasta la Segunda; es una historia repartida entre personajes entrañables de Alemania y de Inglaterra; es un canto constante a la música (de la que el autor es un estudioso); y es bastantes cosas más: una lección de amor, de heroísmo, de respeto, de patriotismo, de lealtad y de honradez. El piano es el centro de la historia; pero, a su alrededor, van apareciendo muchas figuras humanas unidas por el respeto y por el devenir que el piano va tejiendo año tras año… La constante referencia a términos musicales la explica el autor en un apéndice. Y las repeticiones que se observan por doquier no dejan de ser recordatoris que sitúan al lector en puntos importantes de la trama. En suma, una obra consistente y muy recomendable (hay versión catalana y versión castellana).
Françoise Frenkel publicó esta novela en 1945, pero no se conoció hasta el descubrimiento de un ejemplar el año 2015. Se trata de una novela autobiográfica: la protagonista, polaca de nacimiento, de raza judía y estudiante en Francia, abre una librería francesa en Berlín, el año 1921. En julio de 1939, ante el clima de guerra que se avecina, huye a París, de donde parte al año siguiente hacia el sur, a la Francia de Vichy. Pasará casi tres años escondiéndose, huyendo y malviviendo, siempre con la esperanza de llegar a Suiza. La mayor parte de la novela recoge esos años pasados en la Francia colaboracionista de Vichy. Se trata de una novela apasionante, muy bien escrita y que sabe transmitir al lector todo el inquieto y sufriente interior de la protagonista, mezclado con hechos de la vida azarosa que le tocó vivir. La realidad supera a veces la ficción: tal es el caso de esta novela. Como se dice en la única reseña que se conserva de su primera publicación, “rayos luminosos se deslizan entre las imágenes de miseria (…) Ni una queja, sólo hechos narrados con decencia y contención, de una manera muy viva”.
Dura novela, pero también entrañable. Vamos siguiendo a dos amigos adolescentes en la Alemania del año 1945, cuando el ejército nazi da sus últimos coletazos. Nos enteramos de las ilusiones de ambos amigos y de su llamada a filas. Es, sin duda, una obra antibelicista, que nos muestra los horrores de la guerra y la miseria humana. Asistimos a sentimientos de culpa, pero también de inocencia juvenil. Nos enfrentamos al dilema libertad-destino, amistad-deber. Una buena novela que no nos debe dejar indiferentes ante las situaciones que describe.
Jesús Carrasco se dio a conocer con una gran novela: "Intemperie". Hace poco, publicó "Llévame a casa". Como él dice, trata del cuidado debido a los padres mayores y necesitados de nuestra atención. El autor es maestro en descripciones detalladas y acertadas (fíjese el lector en la descripción de los olores presentes en la habitación del protagonista, al comienzo de la novela). Y, no menor maestría muestra al describir los estados de ánimo, la tensión interior. Nos sumerge en la conciencia de sus personajes, sobre todo en la de Juan, el protagonista, que lucha entre sus propios intereses y el cuidado de su madre, cuya salud mental se va deteriorando. Una novela donde pasan pocas cosas externas, pero que se centra en la acción interior de unos personajes con los que llegamos a intimar. Teniendo en cuenta estas observaciones, se trata de una obra muy recomendable.
Acabo de terminar la lectura de El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Lectura pausada, tranquila y gozosa. El ensayo es una joya para un filólogo: la historia del libro en la antigüedad. Una narración, me atrevo a decir, en la línea del mejor humanismo. Y, para el público en general, es una oportunidad de leer el acontecer de algo tan cercano a nosotros, y los avatares sufridos a lo largo de sus primeros siglos de vida. Y todo ello, casi en forma de novela, con un lenguaje preciso, rico y muy hermoso. El infinito en un junco (con referencia al origen de las obras escritas en papiro) es una rara avis en el panorama editorial: tengo en mis manos la novena edición (ya ha salido la duodécima) tras haber visto la luz hace ocho meses: un claro síntoma de éxito tratándose de una obra de no ficción. Todo el ensayo rezuma amor por el libro, por las bibliotecas, por la literatura y por los sinuosos caminos que han atravesado a lo largo de siglos. Y todo ello, dejando de lado la redacción académica de unos hechos, y sabiendo transmitirlos de forma amena, incluso con ciertas dosis de trama novelesca. Llama la atención la riqueza de vocabulario que maneja la autora, en la línea de la mejor literatura. Es una prueba de que la verdadera erudición puede ser también amena. Hay párrafos magistrales hablando, no solo de los libros, sino también de la libertad, del pensamiento, de la valoración del arte… de la vida. No dejen pasar de largo esta joya: tardaremos en leer algo similar.
Santiago Posteguillo se dio a conocer con “Africanus”, la exitosa novela que iniciaba la estupenda trilogía sobre Publio Cornelio Escipión. Luego vendría una nueva trilogía sobre el emperador Trajano. Y, tras un paréntesis que no aportó gran cosa al prestigio del escritor (”Yo Julia” y “Y Julia retó a los dioses”), parece haber reemprendido el buen pulso con una serie sobre Julio César, de la que ha publicado las dos primeras novelas: “Roma soy yo” y “Maldita Roma”. Acabo de leer “Roma soy yo” y he podido comprobar que Posteguillo sigue dominando el buen ritmo de la narración, con momentos de cierto “suspense” a base de vueltas atrás en el hilo de la historia, profundizando en la caracterización de los personajes, y que continúa describiendo magistralmente las batallas, cosa nada fácil de conseguir. En esta primera entrega, predomina la parte novelada, porque de los primeros años de la vida pública de César no tenemos noticias fidedignas. La narración llega hasta el juicio a Dolabela, que supuso la primera aparición jurídica de Julio César. Como toda apreciación, ésta es subjetiva, pero creo que la novela gustará a los aficionados al género de la narrativa histórica. Y el personaje de César bien se merece unos cuantos cientos de páginas…
Sí, sin duda es una gran novela, para muchos la mejor de William Saroyan. Escrita en 1945, describe magistralmente la vida cotidiana en una pequeña localidad norteamericana durante los años de la Segunda Guerra Mundial, siguiendo a dos hermanos, No por casualidad, el pueblo se llama Ithaca y los hermanos Ulysses (4 años)y Homer (14 años). Éste reparte telegramas por las casas de sus vecinos, lo que le da ocasión de conocer la realidad de la vida y de la muerte y, al autor, de hacer un retrato de situaciones y personas. Hay mucho sentido de la amistad, del altruismo, de la vida familiar, del cariño, del valor de las cosas sencillas y de las gentes buenas. Es decir, la novela está tejida con una gran sensibilidad. Al lado de todo eso, Saroyan describe magistralmente personas, situaciones y acontecimientos, desde los más profundos hasta los más prosaicos. Tan sólo dos ejemplos: “(En la biblioteca) había alumnos de la escuela y chicas haciendo investigación, pero todo el mundo estaba callado porque estaban buscando sabiduría” (p. 146). Y un segundo más bien humorístico: (Ulysses observa a un señor calvo) “La media docena de pelos de la cabeza, que crecían en un grupito solitario, resultaban heroicos y carentes de vergüenza. La arruga que dividía la cabeza igual que el Ecuador divide la Tierra era un milagro del diseño” (p. 184).
Jesús Carrasco logra transmitirnos en "Elogio de las manos" la grandeza de las pequeñas cosas, de lo cotidiano y menudo. Se trata de una novela vitalista, reflexiva y poética, que se centra en el uso de las manos como elemento aglutinador. Es casi la biografía de una casa vieja y destartalada que se constituye en el eje vertebrador de una familia. El autor -ya lo sabíamos de antes- tiene un gran talento narrativo para describir, para evocar, para meternos en la trama sencilla a la que nos acerca. En suma, un verdadero elogio del uso de las manos y de cuanto con ellas podemos conseguir. No me resisto a transcribir unos breves fragmentos que reflejan la hondura con que el autor nos muestra realidades diversas. “Se dice que la memoria es frágil, pero, con el paso de los años, empiezo a pensar que es más bien acomodaticia” (pág. 86). “Como otras muchas veces antes, me pareció que asistir al trabajo experto de otro era un deleite. Cada oficio, cada trabajo que implica el uso del cuerpo, de las manos, genera una gestualidad propia, un lenguaje” (pág. 143). “Aquel hombre me había hecho el favor de arreglar la rueda en su día de descanso. Había antepuesto mi necesidad a la suya y pensé que cada vez que eso sucedía, el mundo se hacía más habitable y digno” (pág. 149). “Si algún día pierdo a quien más amo, lo que echaré de menos cada día no serán los grandes momentos pasados sino los pequeños vividos. Lo pequeño nos consuela, hace de los días algo soportable” (pág. 218).